Podríamos decir que Belfort es uno de esos juegos que no aportan nada nuevo pero que en su conjunto están bien resueltos y las partidas son interesantes así que les perdonamos esa falta de originalidad. Es un juego que aúna un poco de colocación de trabajadores con mucho de mayorías y ambas mecánicas se han desarrollado de la forma más pura, por no decir típica. Así que recoge el testigo tanto de Caylus como de El Grande. Pero antes de empezar a criticar el juego pasemos a hablar como se desarrolla una partida.
La primera fase consiste en colocar trabajadores, elfos y enanos, en diferentes lugares que nos darán diversos beneficios durante la tercera fase. Hay tres grandes zonas en las que colocarlos:
- En el tablero del castillo hay 5 gremios que se colocan aleatoriamente al comienzo de la partida donde pagando una moneda al banco o al propietario del gremio, de haberlo, realizaremos más tarde una acción.
- En el tablero supletorio podremos colocar nuestros trabajadores en dos zonas, una para añadir nuevos trabajadores a los que poseemos inicialmente y otra para cambiar el orden de juego.
- En los edificios que hayamos construido. Estos edificios dan diferentes beneficios y tienen la particularidad que seremos los únicos que podemos colocar en ellos, así que son acciones que nos aseguramos que no nos pueden pisar los otros jugadores.
Según el orden de juego se van colocando los trabajadores uno a uno hasta que un jugador pasa y coloca todos los trabajadores que le quedan por colocar, que serán muchos, en las 4 zonas para recoger recursos (madera, piedra, metal y dinero). Cuando todos los jugadores pasen termina esta primera fase de colocación de trabajadores.